El radiador eléctrico pasó el invierno agazapado, espiándolos como un enemigo. A pesar de los seis grados de media a los que hiberna Madrid, en el apartamento de Juan Presa no quisieron ni olerlo. El frío lo taparon con mantas, y el calentador se reservó para un par de noches muy duras. Con Juan, de 62 años, viven su esposa y sus tres hijos. Ninguno tiene trabajo. Juan, que era cerrajero, lo perdió hace dos años. Sus únicos ingresos son 426 euros de la renta mínima. Los entre 60 y 80 euros mensuales de la factura eléctrica se comen una quinta parte del presupuesto.
Y así el kilovatio se hizo de oro | Economía | EL PAÍS
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